Un “Sicario” de alto vuelo
SANTO DOMINGO. Cuando se lee en la prensa local acerca de crímenes cometidos por sicarios, es decir por personas que se ganan la vida asesinando a otras, además de producir repulsa, provocan lástima. En ciertos círculos sociales la vida vale muy poco; por unos sucios pesos hay quienes están dispuestos a jugarse la propia.
Pero no es de ese tipo de sicarios que trata este filme, más bien de todo lo contrario, narra una operación de alto vuelo para acabar con la vida de un capo de la droga. No es nueva la historia, pero sí resulta novedosa la manera de contarla, ya que de paso desnuda el calculador mundo de las operaciones policiales y militares que apenas alcanzan a leerse entre líneas en las noticias.
Una agente novata
Kate Macer es una joven agente del FBI que participa en operaciones anti secuestro. Siguiendo una pista, encuentra decenas de personas asesinadas en una casa de seguridad de un cártel de drogas, pero en la pesquisa resultan muertos dos de sus compañeros. Es reclutada como voluntaria para participar en una operación entre agencias de seguridad.
A cargo está Matt Graver, un poco convencional investigador del Departamento de Justicia, quien introduce en el equipo a Alejandro, un antiguo fiscal mexicano con una oscura historia personal.
El objetivo de la operación conjunta es llegar hasta uno de los jefes de la organización criminal en México. Para lograrlo deben provocar una compleja cadena de sucesos que les permitan seguir a uno de sus lugartenientes hasta la guarida.
La historia oculta
El guión utiliza a Kate para entrar en un submundo violento, ella es la mirada limpia que busca explicaciones a un conjunto desordenado de hechos a los cuales asiste como testigo. Participa en acciones donde se violan todos los principios legales que le fueron inculcados y, por supuesto, se rebela.
Pero Kate se expone convirtiéndose en blanco y carnada al mismo tiempo. Así, la relación con sus ocasionales compañeros se va transformando hasta llevarla al máximo peligro. De un modo sutil la trama va contando de manera paralela la historia de Alejandro, hasta dejarlo como protagonista.
Las actuaciones
Cómodo le queda el personaje a Josh Brolin, quien interpreta al agente de inteligencia que anda en chancletas. Bien está Emily Blunt en su rol de detective inocente que va pagando el noviciado a fuerza de golpes y disparos a quemarropa.
Pero mejor se ve Benicio Del Toro como el sicario que quiere vengar a sus familiares asesinados en la crueldad de unas reglas no escritas. Maduro y certero en sus escenas, su personaje logra transmitir la desazón y la frialdad de quien no tiene nada que perder.
El estilo
Si bien es una película del género policial, que cuenta una historia de buenos y malos, tiene un adecuado equilibrio entre la acción y la reflexión.
Los diálogos son intensos y cargados de significados dentro y fuera del filme. En tal sentido no es una película más acerca de la lucha entre policías y narcotraficantes, el director franco canadiense Denis Villeneuve se encarga de ir más allá de lo aparente. Su anterior filme “Prisioneros” (2013), ya indicaba una mirada diferente a temas recurrentes de la sociedad norteamericana que tienen un componente de maldad más allá de lo tradicionalmente aceptado.
La óptica social
Pero Villeneuve tiene claro también que su relato es una gota en el océano, por ello incorpora en el filme, a modo de reflexión social, escenas de la familia de uno de los tantos policías involucrados en el narcotráfico. Es un personaje de cuarto orden, a través del cual vemos la miseria y la maldición de vivir en una ciudad violenta como Juárez, donde la vida deja poco margen a las oportunidades. La escena final de la viuda y su hijo tiene más elocuencia que muchas películas de este tipo.
Recomendable para quienes gustan de los filmes policiales y de sus variantes ligadas al narcotráfico.
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